martes

Between

 

Haber nacido en la frontera tiene sus ventajas. La falta de pasos es una advertencia, nunca un estado. Jugamos con casi bienes, como casi caminar o casi hablar. Nunca es tarde para cambiar el rumbo. Nunca es tarde para echarse a llorar. 

Nací en la frontera, con todos sus crímenes pegados a mi piel que son más que heridas pero menos que un tatuaje. A veces quiero pelar. No solamente la piel ambigua de una juventud caducada, sino quiero pelar mis piernas, perdidas en un suelo demasiado correcto para que uno pueda quererlo o dejarlo atrás. Nunca es tarde para llorar. 

Nací en la frontera de casi no hablar. Las palabras, ambiguas, cambian de piel de vez en cuando. A veces quiero pelarlas. Las palabras de mi boca. De mi cara. O tal vez sería más fácil dejar de respirar. Las fronteras. Los besos. La piel. Nunca es tarde para cambiar el rumbo. El hueco a veces forma parte de la piel. Es como un beso transparente, perdido entre la prisión y la libertad. Jugamos con casi bienes. La piel no esconde ninguna guerra. Ni se tiñe de ninguna lágrima. Es la frontera de casi no hablar entre las pieles de un suelo demasiado perdido. Nací en este suelo. Donde la mejor forma de hablar es simplemente respirar. Lentamente, eternamente sin encariñarse con ningún cielo.

jueves

La única caricia


Un frío enorme se desliza en el suelo de mármol. Me siento atrapada. Unas caricias chocan lentamente contra mis brazos mientras huyo. Huyo porque a veces no pensar es la única caricia. El frío hiere mi garganta, la hace más grande, casi gigante mientras el aire se hace más pequeño, burlándose así de mis ganas de respirar.  La pared se acerca a mí, la veo como una espada o quizás es una manta viéndola de otro ángulo. Unas manos chocan contra mis brazos pero no insisten en quedar. Ni yo quiero que se queden. Es tarde para invitaciones. Es tarde para tener las manos atadas. Simplemente es tarde. Me siento atrapada, perdida entre las capas de un mismo silencio. Solo la pared tose de vez en cuando buscando un ligero alivio después de respirar. Suelo de mármol, tierra de nadie. A veces no moverse es la única caricia. Y el silencio su única forma de amar.