lunes

Domingos de otoño


Ayer paseaba en la calle Serrano y vi que cada vez más comercios abrían el domingo. Vengo de un país donde se puede comprar en los supermercados de lunes a domingo las 24 horas. Me extrañaba mucho al principio que esto no era así en España. Pero me acostumbré y ahora no sé que pensar de la novedad “domingo abrimos”. No quiero entrar en pros y en contras solamente me pareció interesante mencionarlo en mi blog. Y también me inspiró para reflexionar. Esta es mi versión  literaria de un domingo otoñal:




Voy perdiendo el tiempo entre el aire fresco y el cálido. A veces llevo rascacielos debajo de mi abrigo y me dificultan el caminar. Las horas me frenan, me adelantan o incluso corren detrás de mí. Domingos de ida y vuelta, envueltos en el tiempo me tientan con los viejos sabores conocidos de la felicidad. Voy perdiendo el tiempo entre la ida y la vuelta. Es domingo. Hasta los rascacielos me acarician y por unos instantes me regalan un hogar.

El cielo de Madrid



Nada que ver con el cielo de Madrid.  Y nada que ver con las hojas que ya están pidiendo sus colores mientras siguen observando atentamente su cielo. Y bien el otoño viene y va, todavía nos hace esperar. Lo ansío ya, lo necesito de verdad. Los pasos sobrepisados de un verano largo y pesado se van borrando, poco a poco, regalándoles el calor a mis hombros quitándome así todo el peso  de encima. Soy libre para volar, o si no para volar entonces por lo menos para disfrutar de la felicidad de esos nuevos y pequeños movimientos de la nueva estación.

Este blog es un primer paso entre los muchos que pisan esas aceras, mientras ellas juegan a contener nuestras huellas, dándonos o quitándonos efímeras alas.  ¡Que caigan ya las primeras hojas encima de mi cabeza bañando así en color mi pelo clarito y rubio!

El otoño cae ya desde el cielo, buscándonos uno a uno en esta gran ciudad.  Pero ya sabéis, todo esto no tiene nada que ver con el espectacular cielo de Madrid...