martes

Between

 

Haber nacido en la frontera tiene sus ventajas. La falta de pasos es una advertencia, nunca un estado. Jugamos con casi bienes, como casi caminar o casi hablar. Nunca es tarde para cambiar el rumbo. Nunca es tarde para echarse a llorar. 

Nací en la frontera, con todos sus crímenes pegados a mi piel que son más que heridas pero menos que un tatuaje. A veces quiero pelar. No solamente la piel ambigua de una juventud caducada, sino quiero pelar mis piernas, perdidas en un suelo demasiado correcto para que uno pueda quererlo o dejarlo atrás. Nunca es tarde para llorar. 

Nací en la frontera de casi no hablar. Las palabras, ambiguas, cambian de piel de vez en cuando. A veces quiero pelarlas. Las palabras de mi boca. De mi cara. O tal vez sería más fácil dejar de respirar. Las fronteras. Los besos. La piel. Nunca es tarde para cambiar el rumbo. El hueco a veces forma parte de la piel. Es como un beso transparente, perdido entre la prisión y la libertad. Jugamos con casi bienes. La piel no esconde ninguna guerra. Ni se tiñe de ninguna lágrima. Es la frontera de casi no hablar entre las pieles de un suelo demasiado perdido. Nací en este suelo. Donde la mejor forma de hablar es simplemente respirar. Lentamente, eternamente sin encariñarse con ningún cielo.

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por subirte al tren, Anna, y traerme hasta aquí ;))

    Me está gustando mucho lo que leo, especialmente este texto, siempre me han fascinado las fronteras y todo lo que 'casi es...o no'. Con tu permiso, coloco discretamente aquí una estación..

    Un saludo.

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    1. La verdad es que cada texto tiene su propia historia y alma, pero hasta ahora también es una de mis estaciones favoritas en el blog y también mi estado actual, como tantas veces... "Between".

      Muchas gracias por tu comentario e interés por mi blog,
      Saludos

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